martes, 20 de octubre de 2009

Coppelia

Acto I. La Plaza de la Aldea

En el pintoresco paisaje que rodea a la plaza principal del pueblo, se destaca una casa misteriosa. En ella habita el Dr. Coppelius, personaje extravagante, rara combinación de científico y mago, objeto de curiosidad y burla por parte de los aldeanos.
A su balcón asoma una bella adolescente, impasible lectora, llamada por todos Coppelia.
La joven Swanilda llega bailando ante la casa del Dr. Coppelius y trata de llamar la atención de Coppelia, quien permanece seria e inmóvil, los habitantes de la aldea creen que esta extraña muchacha es hija del viejo artesano-mago y no es otra cosa que la más prodigiosa autómata concebida por su genio.
Su notable perfección atrae la mirada del ingenuo Franz y lo impulsa a su conquista, éste ignora que sus galanterías son observados por su novia Swanilda, que sale de su escondite persiguiendo una mariposa, Franz la atrapa y la clava en su solapa, la joven le reprocha este gesto y le recrimina su interés por Coppelia.
La riña de los novios es interrumpida por los aldeanos. El Alcalde del pueblo llega a la plaza anunciando la promesa del señor de la comarca de entregar una rica dote a las jóvenes que hubieran de contraer nupcias en esta ocasión.
Siguiendo una antigua tradición Swanilda recibe una espiga de trigo, si vibra al ser agitada indicaría boda cercana y amor fiel. Celosa Swanilda baila con sus amigas y Franz danza con otra joven las Czardas, su prometida enojada se aleja acompañada de sus amigas.
La plaza queda luego vacía y los amigos de Franz proyectan burlarse del Dr. Coppelius, quien sale de su casa. El anciano molesto por las travesuras pone en fuga a los jóvenes, dejando caer distraídamente una llave. Swanilda y sus amigas la encuentran y movidas por la curiosidad , entran a la casa.
Regresa Coppelius, buscando afanosamente la llave y descubre la puerta abierta de su casa y se precipita adentro furioso. En tanto Franz, creyendo lejos al Dr. Coppelius, se introduce en la casa por la ventana, empenado en la conquista de Coppelia.

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Acto II. Interior de la casa del Dr. Coppelius

Las muchachas entran furtivamente a la tenebrosa casa del Dr. Coppelius, quienes avanzan atemorizadas por el silencio y penumbra del recinto.
Sorpresivamente los muñecos inventados por el Dr. Coppelius cobran movimiento. Alentadas por el descubrimiento, las jóvenes revisan la casa hasta descubrir tras un armario, a la hermosa Coppelia, imperturbable en su lectura. Swanilda se acerca y se sorprende al ver que la niña no responde a sus saludos; ella no parpadea ni respira, descubriendo que sólo es una muñeca mecánica.
En medio de la algarabía Coppelius irrumpe furioso y expulsa a las intrusas, excepto Swanilda que logra ocultarse en el camarín de Coppelia ocupando su lugar En la ventana se observa la silueta de Franz y sorprendido por el indignado viejo, le confiesa que ama a su "hija" Coppelia y que desea casarse con ella.
Iluminado por una idea, Coppelius se finge cordial y hace beber a su huésped un licor narcotizado; Franz cae sin sentido y el Dr. trae a su muneca (Swanilda en realidad) y consulta a un antiguo libro de magia y alquimia, para transferir la vitalidad del joven a su amada Coppelia. Swanilda secunda las operaciones y finge pasar gradualmente desde el movimiento mecánico a una radiante vitalidad humana.
Ante Coppelius, encantado y alegre, ejecuta dos brillantes danzas (española y escocesa), tras la llegada de la Aurora y cansada del juego, pone caprichosamente todo su laboratorio en desorden y despierta a Franz, quien al recuperar el conocimiento, reconoce a su novia tras la imagen de Coppelia y comprende su autético amor.
Los dos jóvenes se van felizmente reunidos, mientras que Coppelius queda sin consuelo abrazando tristemente a su muñeca.

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